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lunes, 8 de octubre de 2007

Tengo a Vila-Matas en mis manos

Increíble, pero ya tengo Exploradores del abismo, el último de Vila-Matas, entre mis manos. Miro su portada, miro su contraportada, la leo, observo el número de páginas, 287, me deleito contemplando la imagen de Martinique, una fotografía de André Kertész, elucubro sobre la posibilidad de que sea familiar de Imre Kertész, me pregunto si, si así fuera, se deberá a alguna circunstancia determinada, si habrá sido elección del autor o del editor o es una mera casualidad; miro la cara, cara a cara, de Enrique Vila-Matas, en esa fotografía que le ha hecho Paula de Parma, inquietante, con un ojo que nos mira y el otro que mira más allá de nosotros; contemplo su cara de chico que, si alguna vez fue travieso, ya dejó de serlo. Y así llevo días, sin querer empezar a leer estos relatos al filo del abismo para que no se me acaben. Tengo muchas ganas de perderme en ellos y permanecer ahí. Lástima que sean 287 páginas y no 2.087.

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