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jueves, 9 de junio de 2011

Motivos

Parecería que hay motivos para escribir. Han pasado tantas cosas últimamente que es difícil no tener ideas. Unas elecciones que dejaron  noqueados a muchos. Una puerta del Sol símbolo del hartazgo de una sociedad y esperanza de una juventud que se mueve. Tengo trabajo. La vida no me va nada mal. Hoy luce el sol. Pero, para qué engañarnos, no sé qué decir ni qué escribir y me pregunto también para qué, habiendo tanta gente que ya lo hace e infinitamente mejor. La inspiración no me acompaña últimamente. Habrá que esperar.

viernes, 5 de diciembre de 2008

L'épicérie

En la esquina de casa hay una tienda, una épicérie, que lleva una familia marroquí desde hace años. Aquí, en Bruselas, hay cientos de esquinas de edificios ocupados por pequeñas y primorosas épicéries, que muestran todo el colorido de las frutas y verduras en su exterior, en ocasiones también flores. Siempre tienen aquello que nos falta, el laurel, el pan, los huevos, la sal, una chocolatina, hojas de menta o pastelitos hechos por ellos mismos. Son tiendas parecidas a las de "Ibrahim y las flores del corán", pero tres décadas a posteriori.
La de nuestro barrio tiene su encanto porque conocemos a toda la familia, y ellos conocen a todos los vecinos, los saludan, se preocupan por sus cosas e incluso los invitan a su casa a tomar cuscus, como nos ocurrió a nosotros varias veces. Los dueños de esta épicérie tienen cuatro hijos y hemos sido invitados ya a dos bodas, la de su hija mayor y la de la entrañable y guapa Yasmira. El hijo mayor, Mohamed, está todavía soltero ("y con 25 años y con lo guapo que es", dice su madre) y es un encanto. El pequeño tiene 18 y Guillermo le ha ayudado algo durante el curso pasado con sus trabajos de español. Habla un francés endiabladamente rápido que me cuesta seguir, pero que mi hijo entiende a la perfección.
El padre fue emigrante muy joven y trabajó varios años en Cataluña antes de llegar a aquí, donde conoció a la hija de un amigo y se casó. La familia catalana para la que trabajó todavía hoy le recuerda. La madre llegó a este país a los 16 años, con sus padres y siempre está dispuesta a ayudarte en lo que sea.
Gracias a su trabajo, la familia consiguió comprar el pequeño inmueble en cuýas dos últimas plantas habitan, mientras tienen alquilada la primera y en la planta baja está la tienda. No les ha ido mal en la vida. Los hijos son belgas aunque mantienensus raíces, todos han estudiado, dos ya están casados, tienen salud.
Ahhh, pero el amor. Una locura de amor a los 50 y tantos años ha roto a la familia. El padre desapareció finalmente y toda la familia de la madre se ha volcado para sacar adelante el negocio. Su hermano ayudando los días de diario; el hijo mayor los fines de semana, el pequeño, las hijas, la hermana. Con sacrificio, supongo que con dolor también, ahí siguen, al pie del cañón.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

De nuevo a la carga

Aquí estamos de nuevo, tras no sé cuánto tiempo transcurrido. Precisamente porque he comprobado a qué velocidad pasa el tiempo cuando uno ya no es joven, me decido a continuar este blog. Por poco tiempo porque vienen a quitarme el ordenata. La oigo bajar por la escalera. Y efectivamente aquí está. Aquí está Paula pidiendo su espacio hoy miércoles que es el día de la semana en que puede utilizar el ordenador.
Hay muchas novedades. La primera, Guillermo ha conducido hoy por primera vez por esta capital belga con su carné provisional. Bien, lo ha hecho bien.
Y de lecturas, también hay novedades. He superado varias asignaturas pendientes, entre ellas la Iliada y la Odisea, y me lo he pasado muy bien con Ulises y su hijo, Telémaco, y con el pobre Héctor y el rencoroso Aquiles que le arrastraba por todo el campamento ya muerto cada vez que se acordaba de su amantísimo amigo Patroclo. Aquiles sería un héroe, un guerrero brillante y muy admirado, pero era un rencoroso.
Ya me interrumpen, me voy.

miércoles, 23 de enero de 2008

La gotera y el fontanero

Tengo una gotera en casa. No es inmensa, es una maldita gota o dos que caen del techo y no siempre, pero a veces nos despierta el plof.............plof...........plof.......... Hemos avisado al propietario de la casa y éste a su vez a un fontanero. El plombier ha llegado a la conclusión de que el problema no es de nuestra casa -podría ser de la cocina que está justo encima, pero no-; el problema debe ser de algún vecino. El fontanero sólo vendrá cuando la gotera haga plof plof, es decir, cuando dé señales de vida. Pero las gotas de agua sólo aparecen por la tarde, seguramente cuando llegan los vecinos del trabajo y abren algún grifo. Entonces, en ese preciso instante, llamo al fontanero para que se acerque y lo vez con sus propios ojos y descubra la causa de la puta gotera, pero para esas horas él ya ha llegado a su casa, o lo que es lo mismo ya ha cerrado el chiringuito, y me pide dejarlo para el día siguiente, por la mañana. Sin embargo, cuando hablamos por la mañana, la gotera se ha secado y me pregunta que para qué va a venir si no va a poder averiguar la causa. Y quedamos para la próxima gota de agua que aparezca en el techo. Y cuando esta vuelve a caer y me apresuro a llamarle, ya es tarde de nuevo y lo deja para mañana. La gotera y el fontanero como el ratón y el gato son un desencuentro total que me tienen frita.

viernes, 18 de enero de 2008

Le fils

He visto Le fils, de los hermanos Dardenne, dos belgas que tienen otra manera de hacer cine. La peli es de hace ya unos años y su protagonista consiguió en Cannes el premio a la mejor interpretación. Es una cinta agobiante de principio a fin. Rodada con una minicámara al estilo de las steadycam, persiguiendo a los protagonistas como si fueran animales, sin ningún resquicio al color, ni a la belleza, ni a la felicidad, ni a la alegría. Es la historia de un hombre, Olivier, que sobrevive en soledad tras la muerte de su hijo. No hay música. Sólo hay silencios que lo dicen todo. Una gota de color, el pelo rojizo de su ex que le anuncia que se vuelve a casar y que está embarazada. Se lo dice el mismo día en que un adolescente, Francis, entra al taller ocupacional del que Olivier es profesor de carpintería. Pero Francis es mucho más que un chico desganoso de la vida, sin interés por lo que le rodea, ausente. Francis es el chico que años atrás asesinó, sin premeditación casi sin querer, al hijo de Olivier, al ir a robar un radiocasete. Y éste, que lo sabe, le sigue, le toma bajo su protección, le estudia, le odia, le trata y le acecha y crea con él un vínculo de supervivencia agotador, dramático y sórdido. Realmente dura la película.

jueves, 17 de enero de 2008

El viajero más lento

Lectura obligatoria. El viajero más lento, de Enrique Vila-Matas (Anagrama). Sí, ya sé, a lo mejor soy un poco pesada, pero es que la realidad es así. Qué bien me lo estoy pasando con estos artículos y ensayos ya publicados en su día y lamentablemente no leídos por mí. Tiene un relato sobre la feria de Francfurt con el que he llorado de la risa. Otro sobre Borges que me ha parecido genial. Una historia sobre un librero de Stuttgart simplemente deliciosa. Por no hablar del sueño con Monterroso y lo que esconde la cartera de Vila-Matas. Y la divertidísima anécdota con Gonzalo Herralde y el consulado chino en "Sólo se debuta una vez". Como de costumbre, ensayo de ir tan lenta como puedo en su lectura como hizo el mismísimo Chuang Tzu, pero no me es tan fácil. Y para los que no entiendan de qué va lo que estoy escribiendo, pues a leer. Creo que va a convertirse en el próximo regalo a mis amigos. Quedáis enterados.