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viernes, 5 de diciembre de 2008

L'épicérie

En la esquina de casa hay una tienda, una épicérie, que lleva una familia marroquí desde hace años. Aquí, en Bruselas, hay cientos de esquinas de edificios ocupados por pequeñas y primorosas épicéries, que muestran todo el colorido de las frutas y verduras en su exterior, en ocasiones también flores. Siempre tienen aquello que nos falta, el laurel, el pan, los huevos, la sal, una chocolatina, hojas de menta o pastelitos hechos por ellos mismos. Son tiendas parecidas a las de "Ibrahim y las flores del corán", pero tres décadas a posteriori.
La de nuestro barrio tiene su encanto porque conocemos a toda la familia, y ellos conocen a todos los vecinos, los saludan, se preocupan por sus cosas e incluso los invitan a su casa a tomar cuscus, como nos ocurrió a nosotros varias veces. Los dueños de esta épicérie tienen cuatro hijos y hemos sido invitados ya a dos bodas, la de su hija mayor y la de la entrañable y guapa Yasmira. El hijo mayor, Mohamed, está todavía soltero ("y con 25 años y con lo guapo que es", dice su madre) y es un encanto. El pequeño tiene 18 y Guillermo le ha ayudado algo durante el curso pasado con sus trabajos de español. Habla un francés endiabladamente rápido que me cuesta seguir, pero que mi hijo entiende a la perfección.
El padre fue emigrante muy joven y trabajó varios años en Cataluña antes de llegar a aquí, donde conoció a la hija de un amigo y se casó. La familia catalana para la que trabajó todavía hoy le recuerda. La madre llegó a este país a los 16 años, con sus padres y siempre está dispuesta a ayudarte en lo que sea.
Gracias a su trabajo, la familia consiguió comprar el pequeño inmueble en cuýas dos últimas plantas habitan, mientras tienen alquilada la primera y en la planta baja está la tienda. No les ha ido mal en la vida. Los hijos son belgas aunque mantienensus raíces, todos han estudiado, dos ya están casados, tienen salud.
Ahhh, pero el amor. Una locura de amor a los 50 y tantos años ha roto a la familia. El padre desapareció finalmente y toda la familia de la madre se ha volcado para sacar adelante el negocio. Su hermano ayudando los días de diario; el hijo mayor los fines de semana, el pequeño, las hijas, la hermana. Con sacrificio, supongo que con dolor también, ahí siguen, al pie del cañón.

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