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lunes, 24 de julio de 2006

Fin de semana en París

Con un poco de vergüenza por disfrutar de la vida cuando otros la pierden tan injustamente, diré que acabo de pasar un maravilloso fin de semana en París. Siguiendo la senda marcada por Enrique Vila-Matas en su "Doctor Pasavento", es decir, 31 rue Vaneau y toda su historia: la farmacia (donde también entramos a pedir aspirinas efervescentes), la embajada de Siria, la casa de Saint-Exupery, la de Gide, los policías y la vivienda del primer ministro, entre otros apuntes. Incluso pudimos continuar la historia del escritor pues el simpático recepcionista del hotel, al comentarle que habíamos escogido ese establecimiento tras la lectura de la obra del escritor, que además tenían expuesta en una de las vitrinas del hall de entrada, el recepcionista, digo, nos mostró encantado el libro que en ese momento leía, "París no se acaba nunca", precisamente de Vila-Matas , del que se mostró encantado.
Pero París dio de sí para otras muchas cosas en las que ya no estuvo tan presente el escritor: el maravilloso museo D'Orsay, los cafés de Flore y de Deux Magots, La Rotonde, el cementerio de Montparnasse (en donde dejamos nuestro particular homenaje sobre la tumba de Julio Cortázar), los paseos por el barrio latino y por las orillas del Sena y, por supuesto, la acertada recomendación de Nuria, el restaurante Allard.
La final del Tour, esa no la vimos. Pero a punto estuvimos de incluirla en nuestro tour particular.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Efectivamente París es una ciudad tan literaria.. tal y como tú lo expresas, va entrando por la piel por sus cafés, hasta sus tumbas y todo en ella favorece la creación, tan emocionante como la tuya.
Ah y además salgo yo en el blog!!
Fabuloso