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jueves, 14 de junio de 2007

Esos amigos del alma

Hace unos días he vuelto a recuperar una vieja amistad. Se trata de mi amigo Goyo, al que conocí hace ya... casi veinte años!!! Llegué a Toledo a trabajar y ahí estaba él, con sus dos amigos del alma, Máximo y Basilio, los tres de La Solana. Todavía recuerdo el primer día con ellos, cuando me invitaron a cenar a su casa una tortilla de patatas que me supo a gloria. A partir de ahí, los cuatro fuimos inseparables desde por la mañana hasta por la noche hasta que los trabajos de cada uno nos obligaron a partir hacia otras ciudades.
Ha pasado tiempo desde entonces, todos nos casamos, todos tuvimos dos hijos, Basilio nos ha ganado la partida con un tercero reciente y, poco a poco, fuimos perdiendo el contacto, más con unos que con otros. Con Máximo seguimos en contacto, charlamos de vez en cuando, intentamos vernos, hablamos de libros, de la familia, de la vida.
Y con Goyo, mira por donde, "la red de araña" que es internet ha conseguido volver a reunirnos desde hace unas semanas. Así que ahora nos soltamos grandes parrafadas por correo electrónico y es casi como si estuviéramos delante de una cervecita en el bar de la francesa, allí en la plaza de Zocodover. Y después de tanto tiempo, el tiempo parece no haber pasado.

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