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martes, 21 de noviembre de 2006

El señor Pontegnie

Como ejercicio del taller de escritura, he cogido como personaje a un anciano con el que nos cruzamos todas las mañanas para ir al colegio. Le he puesto un nombre, señor Pontegnie, que a su vez es el nombre de uno de los profesores de mi hijo. El hombre siempre nos saluda muy amablemente y a veces pensamos que se va a caer de lo despacito que anda. Suponemos que va a misa, a Saint Michel y que tarda una media hora en cruzar un par de calles. En primavera se planta sus sandalias de dedos y tememos que coja una pulmonía porque aquí la primavera, la verdad, es como un invierno suave pero lluvioso. Pero ahí anda, año tras año, con su bastón, su gabardina y su sombrero. Esta historia del encuentro con el abuelo no tiene nada de cuento, claro, así que he tenido que ir cambiando al personaje poco a poco y al final le he inventado un pasado oscuro de colaboracionista en la segunda guerra mundial. Pobre hombre, si supiera.

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