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jueves, 7 de diciembre de 2006

La audición de piano

He terminado de leer "Bartlery y compañía". Lo hice mientras escuchaba las decididas notas de L'Ariette en Fa majeur que tocaba mi hija Paula en su clase de música con Madame Pilette. Así que hay que imaginarse la escena, porque tenemos la gran suerte de dar la clase, a falta de habitaciones para todos los profesores, en la sala dedicada a los conciertos en la Academia de Música, un edificio de doscientos años llamado el Castle que es una verdadera preciosidad. Allí estaba Paula, tocando en un piano de cola, con su profe belga atenta a las notas, y yo sentada en las primeras filas inmersa en el libro de Vila-Matas. Una gozada.
Al día siguiente se celebró una audición. Numerosos estudiantes, de segundo curso de piano, como Paula, pero también de noveno, como Natalie. Padres atentos, el subdirector de la Academia, que eso siempre impone, y varios profesores. Y en esto comienzan la audición y nombran a Paula para que toque la primera, la invitan a salir con la típica buena educación francesa. Tu veux jouer, Paula? Y Paula que dice que no, que le da vergüenza. Así que fueron pasando otras tres estudiantes antes que ella. Cuando le llegó por fin su turno, o más bien cuando por fin se animó a levantarse, ahí estuvo, a la altura. Interpretación perfecta. Y después, a respirar tranquila.
Mientras escuchábamos a los demás estudiantes, fácil que unos treinta, comprobé que la mayoría, salvo dos o tres adultos, eran jóvenes y que de estos, todos, sin excepción, vestían con vaqueros y zapatillas. Las chicas, con esos vaqueros que se llevan ahora a cadera, con la tripilla y los riñones al aire. Y las zapatillas blancas, deportivas, de colores, de lunares. Todos informales y maravillosamente simpáticos. Si Mozart levantara la cabeza...

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