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domingo, 3 de diciembre de 2006

Qué deprisa va todo

Hace 16 años yo entraba a trabajar al diario El Sol. Todos los periodistas recibimos durante tres meses un cursillo de ordenador. ¡Muchos no sabíamos ni coger el ratón! Por supuesto, no existía Internet y las noticias de agencia nos llegaban a la pantalla a través de lo que entonces se consideró un modernísimo sistema informático, lejos, muy lejos de los telex y teletipos. Por supuesto el e-mail era puroi sueño, pero sí existía un sistema de comunicación entre los diferentes redactores a través del ordenador que nos parecía divertidísimo y que los redactores de a pie utilizábamos para citarnos a comer o a tomar un café.
Era rarísimo quien tenía un ordenador en su casa, salvo los de ilustración y maquetación que iban más "adelantados" que nosotros y nos parecía tan complicado que pensábamos que los ordenadores no se generalizarían hasta que fueran tan sencillos como las televisiones.
Al periódico llegaba siempre el escritor Luis Carandell con su Olivetti bajo el brazo y oías teclear la máquina de escribir y te parecía una anticualla... y sólo habían pasado unos meses desde que tú hicieras lo mismo.
Lo demás ha llegado a una velocidad de vértigo: internet, webcam, messenger, móviles, SMS, vídeo conferencias y demás palabrejas que no sé si llegaré algún día a aprender. ¡Qué deprisa pasa todo!

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