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viernes, 15 de septiembre de 2006

Piropo

Vuelvo de comprar el pan y los periódicos. Son cerca de las 7,3o de la mañana. Al doblar una calle, observo el edificio en construcción. He visto cómo se ha construido día a día. Ya casi está terminado. En la terraza del segundo piso, sin ventanas toidavía, un par de obreros miran a la calle. Me descubren y me miran sin apartar la vista. Sigo caminando. Sospecho que van a decir algo. En una milésima de segundo vienen a mi cabeza los piropos madrileños, que oía cuando iba de la mano de mi madre y luego mucho más tarde, algunos muy graciosos pero muchos de ellos de dudoso gusto tipo "¡tía buenaaaa!". Burradas o no que no te quedaba más remedio que oír y tragar pues a ver quién era la guapa que respondía a los improperios jaleados en grupito para mayores risas del personal. Me voy acercando al balcón de los obreros. Siguen mirando, han parado de trabajar. Ya está. Efectivamente, uno de los obreros apoya las manos en la barandilla, se dirige a mí, abre la boca y me suelta: "Ça va, madame?". Y yo me oigo decir "ça va, ça va, bonjour". Glups!!!!!!!!!

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