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martes, 6 de junio de 2006

La política en España se deteriora cada día que pasa. Desde fuera da la impresión que el anuncio de paz posible y deseable no gusta al principal partido de la oposición y no por vaya usted a saber qué convicciones sino por pura estrategia electoral. Nos hemos vuelto locos los humanos. Da lo mismo que una idea sea buena para la mayoría. Hay que estar en contra porque eso es lo que vende, porque si no dime tú de qué íbamos a vivir. Pues eso.
La mala leche continua, persistente, sin respiro, sin gracia y sin salero. El insulto fácil, poco elegante, si es que el insulto puede llegar a serlo alguna vez, poco edificante. El lenguaje mentiroso, mentiroso y mentiroso empleado sin ningún tipo de decoro ni de vergüenza. Eso es lo que yo veo en el partido de la oposición que se está escorando que da miedo hacia la derecha más recalcitrante.
Y con ello no quiero decir que los demás sean los políticos ideales. No. Ya habrá tiempo otro día para mostrar mi opinión. Pero a mí me gusta la elegancia, la ironía, el saber estar, la estrategia bien entendida. Y de eso queda muy poco en el Congreso de los Diputados. Aunque haberlos haylos.

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